3 razones para conservar la placenta y la sangre del cordón umbilical

Diez años atrás, conservar la placenta y la sangre del cordón umbilical después de un parto era una opción que ningún centro sanitario se planteaba. Durante esta década, la actualización de los protocolos sanitarios, el reconocimiento de la violencia obstétrica que se ejerce en muchos casos y un acompañamiento más amable en un proceso fisiológico como es un parto, han favorecido que empiecen a surgir nuevos planteamientos que mejoran la futura salud física del bebé y también la salud mental y la gestión emocional de las madres. Conservar la placenta de tu bebé, no pinzar el cordón umbilical inmediatamente después del parto o la conservación de la sangre de éste, son posibilidades que se ofrecen cada vez en más centros sanitarios. Con el seguro de salud de Previsora General tienes incluido en tu póliza el seguimiento del embarazo y el parto en el centro médico que escojas dentro del amplio cuadro médico que ofrecemos.
La placenta, un órgano transitorio
La placenta empieza a crecer dentro del útero cuando el embrión se implanta en el endometrio (el tejido de las paredes que recubren el útero) y se desarrolla a lo largo de los meses hasta el momento del parto, acompañando al crecimiento del feto. Es a través de la placenta que el bebé recibe los nutrientes necesarios para evolucionar y establece un tipo de conexión con la madre. La placenta no es en ningún caso un residuo del embarazo desde el punto de vista emocional, representa la vida. A nivel médico, comporta una serie de beneficios que se han descubierto en los últimos años.
Si se quiere conservar, se tiene que dejar escrito en un documento específico, o bien especificarlo en el Plan de Parto que es la manifestación de voluntad sobre cómo le gustaría a una mujer vivir su parto. Y es que no existe una normativa clara en España sobre este elemento, y normalmente se descarta como residuo hospitalario.
Las formas de conservar la placenta y la sangre del cordón umbilical y sus beneficios
- Buena gestión emocional. Conservar la placenta en vez de rechazarla con el resto de fluidos y tejidos expulsados durante el parto aporta múltiples beneficios para la madre. El parto es el cierre de una etapa y el inicio de otra muy diferente, un tipo de luto o de despedida del yo sin hijos. Algunos centros ofrecen la posibilidad de calcar la placenta en una lámina que se podrá conservar como un cuadro de recuerdo. Posteriormente, muchas personas optan para enterrarla para que vuelva a la naturaleza.
- Pinzamiento fisiológico. Normalmente, se corta el cordón umbilical nada más nacer. La evidencia científica ha descubierto los beneficios de esperar más tiempo: hasta que deje de latir (se sabe porque se vuelve de color blanco) y suele pasar cuando se da a luz la placenta, puede tardar de 10 a 30 minutos. Algunos de los beneficios de esperar son:
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- Mejor adaptación a la respiración pulmonar del bebé.
- Incremento del volumen sanguíneo y los depósitos de hierro.
- Favorece las habilidades motoras.
- Incrementa los niveles de oxígeno.
- Disminuye el riesgo de complicaciones gastrointestinales y necesidad de transfusión sanguínea.
- Donación de la sangre del cordón umbilical. Si se hace a una institución pública servirá para la investigación sobre enfermedades no hematológicas. Si se conserva en un banco privado, permitirá el uso propio en un futuro en caso de necesitar un trasplante autólogo de células madre y tiene un coste de conservación. Si se quiere hacer, se tendrá que cortar el cordón antes de que se complete la transfusión placentaria (también en cesáreas).
Al margen de estas tres posibilidades, algunas familias defienden otras, que de momento no tienen evidencia científica de los beneficios que aportan y pueden ser peligrosas:
- Nacimiento lotus. Consiste en dejar que la placenta se separe por sí misma del bebé días después del parto. Mientras tanto, se mantiene esta unión sin necesidad de cortar el cordón umbilical. Si no se conserva la placenta adecuadamente (aplicar sal y hierbas aromáticas) el bebé puede sufrir una infección.
- Placentofagia. Consiste en cocinar la placenta y comérsela. No existen beneficios demostrados.
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