
Erupciones en la piel, vértigo, migrañas, malestar general, falta de aire, fotofobia, intolerancias alimentarias… Son algunos de los síntomas que provoca la Sensibilidad Química Múltiple (SQM). Los expertos explican que prácticamente el 1% de la población española sufre procesos sensibles a la exposición de ciertos tóxicos físicos y ambientales. Una cifra que no hace más que crecer cada año en una sociedad acostumbrada a rodearse de productos químicos y ambientales cotidianos.
La vida con Sensibilidad Química Múltiple
Existen diferentes grados de SQM, el más grave impide que los afectados salgan de casa, trabajen o se relacionen, son las llamadas personas “burbuja”. Tienen que vivir encerrados del mundo para poder continuar viviendo. Cualquier exposición exterior los puede conducir a una reacción agresiva que afecte órganos principales.
Aun así, la Organización Mundial de la Salud (OMS) todavía no ha reconocido la SQM como una enfermedad. La califican de trastorno en la categoría de las alergias no especificadas. De hecho, la Sensibilidad Química Múltiple ha sido tratada durante años como una patología psicológica: Personas sanas que cada vez se sentían peor al entrar en contacto con productos químicos y ambientales cotidianos.
El origen es neurológico con relación ambiental y frecuentemente puede ir asociado al síndrome de fatiga crónica, la fibromialgia y otras patologías crónicas. Las reacciones son provocadas por productos de uso cotidiano:
- Colonias y otros productos perfumados.
- Productos de higiene personal.
- De limpieza.
- Ambientadores.
- Fumigadores.
- Aditivos alimentarios.
- La ropa que no es de algodón orgánico.
- La tinta de los productos editoriales (libros, revistas…).
- Agua del grifo.
Los factores que predisponen a sufrir SQM
- Factores genéticos.
- Afecta más a las mujeres que a los hombres en una proporción del 80% frente al 20%. Los estrógenos favorecen el desencadenamiento.
- La calidad del aire. Se ha demostrado que trabajar en espacios cerrados con poca ventilación con presencia constante de productos de limpieza y sistemas de climatización puede favorecer la aparición.
- Exposición puntual a un químico concreto, pero de forma muy extrema.
- Exposición rutinaria a disolventes, insecticidas o irritantes.
- Exposición masiva a tóxicos ambientales, alimentarios, de la ropa, de productos de limpieza, bienestar, salud, higiene personal, medicamentos y vacunas.
- Habitantes o trabajadores de edificios enfermos.
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